domingo, 24 de noviembre de 2013

Síntesis de la obra:

Martín Rivas se inicia con la llegada de un joven provinciano (proveniente de Copiapó) a Santiago a mediados del siglo XIX. Muy talentoso, de buena apariencia, pero con problemas económicos  en su familia. El joven  Martín Rivas llega  a la capital para estudiar derecho y es hospedado por los Encina, que la forman Don Dámaso, Doña Engracia y sus dos hijos, Leonor y Agustín. Una familia de la clase alta capitalina radicada en un barrio aristocrático cercano a Campos de Marte(actual Parque O´Higgins). Don Dámaso que es el cabeza de la familia,  acoge a Martín por tener deudas de gratitud con el fallecido padre de éste, por un tema minero, sin que Martín sepa de esta deuda.
Sus hijos, Agustín un siútico, sofisticado, alegre y "afrancesado", que viajaba a Francia por poco tiempo y regresaba creyendo ser un francés. Leonor, por su parte, es una hermosa, inteligente y atractiva joven, muy consciente de su posición social y de su incuestionable belleza, por lo que "goza desdeñosamente de los favores de los más preciados y encumbrados pretendientes de la sociedad santiaguina", según se señala en la propia obra. Tenía tan alta idea de su belleza, que no encontraba ningún hombre digno de su corazón ni de su mano, como lo son Clemente Valencia y Emilio Mendoza, de los cuales ninguno le llama la atención.


A cambio del hospedaje, Martín se encarga de las contabilidades de Don Dámaso, quien es además un destacado personaje social y político de la sociedad chilena, muy agitada en aquella época por corrientes políticas importadas y además por apariencias y prejuicios discriminativos de la época.

Pronto Martín se gana la estima y confianza de Don Dámaso y le confía mayores responsabilidades. 
Martín ingresa a estudiar Leyes al Instituto Nacional, conoce a Rafael San Luis, joven poseedor de gran influencia sobre sus compañeros y quien le prestaba ayuda a adaptarse más fácil a ese ambiente desconocido y hostil para el joven provinciano. Martín por ser un pueblerino, pasará más de un mal rato en Santiago y sentirá fuertemente el ambiente discriminativo en que se desenvuelve, pero su amigo Rafael le ayuda a sobrellevarlo.
Muy cercana a la familia está la familia Elías, compuesta por Don Fidel, doña Francisca (hermana de Don Dámaso) y la hija Matilde quien se ve constantemente  con su prima Leonor. Martín sufre con dignidad y firmeza los problemas que su condición social le presenta ante la aristocracia en que se mueve. Sin embargo, no puede evitar fijarse y enamorarse a escondidas, de la agraciada Leonor Encina. Adolorido, Rivas decide mantener oculto sus sentimientos ya que no posee ninguna esperanza de ser correspondido debido a su pobreza, aunque se las arregla para mantenerse siempre cerca de ella.

Orgullosa y soberbia, Leonor intenta humillar suavemente al allegado de su padre, por considerarlo pueblerino y reservado; pero en realidad la razón que la lleva a comportarse de esta singular manera es que no cree producir en Martín el mismo efecto que produce en el resto de los jóvenes que la rodean, que caen rendidos a sus pies, y siendo estos de mejor condición social. La firmeza con que Martín se resiste a caer en sus redes es un desafío para su orgullo de mujer. Martín percibe las manipulaciones y el rechazo sutil de Leonor, pero mantiene a todo trance su dignidad, ocultando celosamente sus intensos sentimientos.
Mientras tanto, Martín hace amistades en la clase media, especialmente ayudado por Rafael San Luis (fiel enamorado de Matilde, pareja que constituye un segundo núcleo en la historia, amor trágico). Rafael San Luis frecuenta además una familia de clase media bastante especial, más bien es una familia de "medio pelo", los Molina, compuesta por la pícara Bernardita, la desdeñosa Adelaida, el intrigante Amador y la dulce Edelmira, famosos por fiestas que se desarrollaban en su casa, partidas de naipes y diversiones del  gusto de los jóvenes de la época. Tocaban guitarra y bebían mistela, animados por Amador. Rafael San Luis y Martín son invitados frecuentes de las tertulias que se organizan en la casa de los Molina, a los que se suma el afrancesado Agustín quien intenta seducir a Adelaida. Los Molina ven en estas visitas, como una señal de aceptación de su grupo en los círculos de la clase alta criolla.
Con esta situación de tertulias, la bella pero tímida Edelmira se enamora de Martín a quien él sin embargo, considera solo una fiel e íntima amiga pero que ayuda a Rivas en el final de la historia, además Edelmira descubre que el corazón de Martín pertenece a Leonor.
Esta amistad le traerá a Martín desencuentros con el brusco oficial  de policía, Ricardo Castaños, quien está loco de amor por Edelmira. Al igual, que el siútico Agustín se meterá en problemas por conquistar a la astuta y bella Adelaida, quien junto a su hermano Amador lo manipula y solo lo considera un franchute encumbrado y además de bobo, pero gradualmente lo enreda en un complicado compromiso matrimonial con tal de escalar en status social. Agustín, entonces, tendrá que recurrir a Martín para poder zafarse de los enredos en que se mete.
Leonor, al ver que no puede vencer la dignidad ni puede ejercer su control sobre Martín, empieza a fijarse sin querer en su escurridizo enamorado, descubriendo que por sobre su relativa pobreza, Martín tiene las bondades de un verdadero hombre noble, lo que la lleva a sentir sentimientos y sensaciones nunca antes sentido por ella, después de muchas peripecias y luchas con su orgullo propio.
Martín viaja a Copiapó aquel verano de 1851 para ver a su familia y Leonor tiene que reconocer casi con enojo que está perdidamente enamorada de Martín al sentir hondamente su ausencia. Leonor inteligentemente busca ayuda e información sobre las actividades de Martín pues cree que el corazón de Martín está depositado en alguna persona de sus frecuentes visitas, averigua y cree erróneamente que Martín está enamorado de Edelmira, cuando en realidad el amor de la muchacha ni siquiera es conocido por él. Esta creencia la despecha profundamente y vuelve a armarse de la coraza de la indiferencia. En marzo, Martín vuelve a la capital y pretende resueltamente develar sus sentimientos, pero Leonor le propina un sutil y frío desprecio a Martín, en su lucha con su orgullo propio.
Sintiéndose despechado, despreciado y convenciéndose cada vez más de las ideas liberales de su amigo San Luis, en una forma de olvidar a Leonor y en un acto que considera de patriotismo absoluto, Martín se ha incorporado a las ingentes luchas políticas de la época (La Sociedad de la Igualdad) y su vida corre peligro, pues se planea un levantamiento armado, el cual fracasa.
Martin, es perseguido herido por ser opositor y activista y se refugia en casa de los Encina, Rafael San Luis ha muerto en brazos de Martín, lo cual lo afecta de corazón.
Leonor al ver a Martín en peligro de muerte le asiste y derriba definitivamente el orgullo que  la caracterizaba al enfrentar la intensa mirada de Martín. Al verse enfrentados, Martin y Leonor se confiesan definitivamente el mutuo amor que los une. Martín ve realizarse en esos momentos difíciles su sueño, Leonor le ama.
Martín es detenido como opositor al gobierno y condenado a muerte por fusilamiento. Leonor cree morir al saber la noticia y ni sus influencias ni su belleza pueden hacer nada por cambiar la suerte de Martín; pero aún hay una débil esperanza, Edelmira quien es pretendida por el capitán de policía de Santiago Ricardo Castaños. La muchacha promete al capitán Castaños que, si ayuda a Martín a fugarse al Perú, ella se casará con él.
Martín viaja a Perú, donde tramitan su indulto.


Mientras tanto, les comunica a todos su matrimonio con Leonor. Don Dámaso Encina le encomienda a Martín todos sus negocios para poder continuar en una carrera ascendente y él poder dedicarse de lleno a la política que era su pasión.

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