Martín Rivas se inicia con la llegada de un joven provinciano (proveniente de Copiapó) a Santiago a mediados del siglo XIX. Muy talentoso, de buena apariencia, pero con problemas económicos en su
familia. El joven Martín Rivas llega a la capital para estudiar derecho y es hospedado por los Encina, que la
forman Don Dámaso, Doña Engracia y sus dos hijos, Leonor y Agustín. Una familia
de la clase alta capitalina radicada en un barrio aristocrático cercano a Campos de Marte(actual Parque O´Higgins). Don Dámaso que es el cabeza de la familia, acoge a Martín por
tener deudas de gratitud con el fallecido padre de éste, por un tema minero,
sin que Martín sepa de esta deuda.
Sus hijos, Agustín un siútico, sofisticado,
alegre y "afrancesado", que viajaba a Francia por poco tiempo y regresaba creyendo ser un francés. Leonor, por su parte, es una
hermosa, inteligente y atractiva joven, muy consciente de su posición social y
de su incuestionable belleza, por lo que "goza desdeñosamente de los favores de
los más preciados y encumbrados pretendientes de la sociedad santiaguina", según se señala en la propia obra. Tenía tan alta idea de su belleza, que no encontraba ningún hombre digno de su corazón ni de su mano, como lo son Clemente Valencia y Emilio
Mendoza, de los cuales ninguno le llama la atención.
A cambio del hospedaje, Martín se encarga de las contabilidades de Don Dámaso, quien es además un destacado personaje social y político de la
sociedad chilena, muy agitada en aquella época por corrientes políticas
importadas y además por apariencias y prejuicios discriminativos de la época.
Pronto Martín se gana la estima y confianza de Don Dámaso y
le confía mayores responsabilidades.
Martín ingresa a estudiar Leyes al Instituto Nacional, conoce
a Rafael San Luis, joven poseedor de gran influencia sobre sus compañeros y
quien le prestaba ayuda a adaptarse más fácil a ese ambiente desconocido y hostil para el joven provinciano. Martín por ser un pueblerino, pasará más de un mal rato en Santiago y sentirá fuertemente el ambiente
discriminativo en que se desenvuelve, pero su amigo Rafael le ayuda a sobrellevarlo.
Muy cercana a la familia está la familia Elías, compuesta por
Don Fidel, doña Francisca (hermana de Don Dámaso) y la hija Matilde quien se ve constantemente con su prima Leonor. Martín sufre con dignidad y firmeza los problemas que su
condición social le presenta ante la aristocracia
en que se mueve. Sin embargo, no puede evitar fijarse y enamorarse a escondidas, de la
agraciada Leonor Encina. Adolorido, Rivas decide mantener
oculto sus sentimientos ya que no posee ninguna esperanza de ser correspondido
debido a su pobreza, aunque se las arregla para mantenerse siempre cerca de
ella.
Orgullosa y soberbia, Leonor intenta humillar suavemente al allegado de su padre, por considerarlo pueblerino y reservado; pero en realidad
la razón que la lleva a comportarse de esta singular manera es que no cree
producir en Martín el mismo efecto que produce en el resto de los jóvenes que
la rodean, que caen rendidos a sus pies, y siendo estos de mejor condición
social. La firmeza con que Martín se resiste a caer en sus redes es un desafío
para su orgullo de mujer. Martín percibe las manipulaciones y el rechazo sutil
de Leonor, pero mantiene a todo trance su dignidad, ocultando celosamente sus
intensos sentimientos.
Mientras tanto, Martín hace amistades en la clase media,
especialmente ayudado por Rafael San Luis (fiel enamorado de Matilde, pareja que
constituye un segundo núcleo en la historia, amor trágico). Rafael San Luis frecuenta además
una familia de clase media bastante especial, más bien es una familia de "medio pelo", los Molina, compuesta por la
pícara Bernardita, la desdeñosa Adelaida, el intrigante Amador y la dulce
Edelmira, famosos
por fiestas que se desarrollaban en su casa, partidas de naipes y diversiones
del gusto de los jóvenes de la
época. Tocaban guitarra y bebían
mistela, animados por Amador. Rafael San Luis y Martín son invitados frecuentes de las tertulias
que se organizan en la casa de los Molina, a los que se suma el afrancesado
Agustín quien intenta seducir a Adelaida. Los Molina ven en estas visitas, como
una señal de aceptación de su grupo en los círculos de la clase alta criolla.
Con esta situación de tertulias, la bella pero tímida
Edelmira se enamora de Martín a quien él sin embargo, considera solo una fiel e
íntima amiga pero que ayuda a Rivas en el final de la historia, además Edelmira
descubre que el corazón de Martín pertenece a Leonor.
Esta amistad le traerá a Martín desencuentros con el brusco
oficial de policía, Ricardo Castaños, quien está loco de amor por Edelmira. Al
igual, que el siútico Agustín se meterá en problemas por conquistar a la astuta y
bella Adelaida, quien junto a su hermano Amador lo manipula y solo lo considera
un franchute encumbrado y además de bobo, pero gradualmente lo enreda en un complicado compromiso matrimonial con tal de escalar en status social. Agustín,
entonces, tendrá que recurrir a Martín para poder zafarse de los enredos en que
se mete.
Leonor, al ver que no puede vencer la dignidad ni puede
ejercer su control sobre Martín, empieza a fijarse sin querer en su escurridizo
enamorado, descubriendo que por sobre su relativa pobreza, Martín tiene las
bondades de un verdadero hombre noble, lo que la lleva a sentir sentimientos y
sensaciones nunca antes sentido por ella, después de muchas peripecias y luchas
con su orgullo propio.
Martín viaja a Copiapó aquel verano de 1851 para ver a su
familia y Leonor tiene que reconocer casi con enojo que está perdidamente
enamorada de Martín al sentir hondamente su ausencia. Leonor inteligentemente
busca ayuda e información sobre las actividades de Martín pues cree que el
corazón de Martín está depositado en alguna persona de sus frecuentes visitas,
averigua y cree erróneamente que Martín está enamorado de Edelmira, cuando en
realidad el amor de la muchacha ni siquiera es conocido por él. Esta creencia
la despecha profundamente y vuelve a armarse de la coraza de la indiferencia.
En marzo, Martín vuelve a la capital y pretende resueltamente develar sus
sentimientos, pero Leonor le propina un sutil y frío desprecio a Martín, en su
lucha con su orgullo propio.
Sintiéndose despechado, despreciado y convenciéndose cada
vez más de las ideas liberales de su amigo San Luis, en una forma de olvidar a
Leonor y en un acto que considera de patriotismo absoluto, Martín se ha
incorporado a las ingentes luchas políticas de la época (La Sociedad de la
Igualdad) y su vida corre peligro, pues se planea un levantamiento armado, el
cual fracasa.
Martin, es perseguido herido por ser opositor y activista y
se refugia en casa de los Encina, Rafael San Luis ha muerto en brazos de
Martín, lo cual lo afecta de corazón.
Leonor al ver a Martín en peligro de muerte le asiste y
derriba definitivamente el orgullo que la caracterizaba al
enfrentar la intensa mirada de Martín. Al verse enfrentados, Martin y Leonor se
confiesan definitivamente el mutuo amor que los une. Martín ve realizarse en
esos momentos difíciles su sueño, Leonor le ama.
Martín es detenido como opositor al gobierno y condenado a
muerte por fusilamiento. Leonor cree morir al saber la noticia y ni sus
influencias ni su belleza pueden hacer nada por cambiar la suerte de Martín;
pero aún hay una débil esperanza, Edelmira quien es pretendida por el capitán
de policía de Santiago Ricardo Castaños. La muchacha promete al capitán
Castaños que, si ayuda a Martín a fugarse al Perú, ella se casará con él.
Martín viaja a Perú, donde tramitan su indulto.
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